Alguien ha dicho, subir al templo a orar, ya se considera importante, pero luego vienen los motivos, por lo cuales se ora. Estos dos hombres que subían a orar al templo, tenían distintas motivaciones; uno oraba para mostrar cuan santo era, en cambio el otro un publicano, iba con una necesidad, abrumadora, reconocía su culpa, no era necesario que el fariseo se la señalara. En cambio el fariseo, oraba consigo mismo, y mencionaba todas las virtudes, que tenía, no pecaba, daba el diezmo de todo lo que poseía y ayunaba dos veces a la semana. Lucas 18:9-14. En cambio hay otros dos hombres, que subían también al templo a orar. Pero hay una diferencia, con los anteriores, primero que iban juntos de común acuerdo y con un motivo, pedir fortaleza para seguir anunciando el evangelio. Segundo que tenían una hora señalada para orar, la hora del sacrificio de la tarde y también la llamaban la hora de oración.
Veamos cuales fueron los resultados en los dos casos. El publicano, tuvo una respuesta a lo que esperaba, el perdón de Dios, descendió a su casa justificado, considerado a partir de allí un hombre justo, por Dios. En cambio el fariseo volvió tal como entró.
esta historia se repite muchas veces en varias personas, que regresan a sus casas, como vinieron, no han sido sinceros para con Dios, no pusieron interés en lo que escucharon y no participaron del culto, por estar pensando en lo negativo, cuestionando el mensaje, el canto y mirando mal a otro, estas personas con espíritu negativo, vuelven como vinieron, no llevaron nada provechoso para sus vidas. Pero veamos a los otros dos que subieron al templo a orar Hechos 3:1-10, Se trata de Pedro y Juan. Sin esperar siquiera, Dios les mostró la necesidad de un hombre y por la oración y la fe ese hombre fue sanado.
Como resultado de ese milagro, Dios convocó a mucha gente que estaban maravillados, y muchos de ellos fueron salvos por el mensaje de estos fieles siervos de Dios. Ellos no fueron para decir como eran, ni para pedir perdón por sus pecados, fueron para dar gloria a Dios y presentarle la necesidad de la multitud, que como ovejas sin pastor, deambulaban de un lado a otro, tal como los vio Jesús, y dijo: "La mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies" Mateo 9:35-38, La oración para que sea efectiva, debe estar por los mayores intereses del reino de Dios, que una persona sea salvada, sanada y con los alimentos que necesita. Segundo debe haber acuerdo por lo que se va a orar, debe haber unanimidad, y ser de un corazón y un alma, como lo vemos en el libro de los Hechos. y tercero tener una ora establecida y orar fervientemente sin desmayar, con toda deprecación y súplica en el Espíritu Efesios 6:18-20.
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