miércoles, 28 de enero de 2015

LA JERUSALÉN DE ARRIBA

El título de este tema, "La Jerusalén de arriba" dice que es madre de todos nosotros. El tema de una ciudad que sería nuestro lugar definitivo, ha sido el sueño de muchos visionarios, pensadores y poetas, obras como "la ciudad de platón, la utopía de Tomas More, y otras, nos muestra que el ser humano sueña con un destino final, dichoso en una ciudad de paz y justicia, pero se quedan ahí, ninguna esperanza para los que no se han preparado para eso. Pero Dios tiene efectivamente "Una patria soñada" como dice una canción cristiana, para aquellos que le aman y están a cuentas con él, y todo el mundo la puede tener, ya que Cristo pagó el precio de nuestra deuda con su muerte en la cruz.

Desde el Antiguo Testamento Dios, nos habla de una ciudad celestial, no terrenal, aunque según Apocalipsis, yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo de Dios, como una esposa ataviada para su marido, esta ciudad descenderá sobre el nuevo mundo que Dios ha preparado "vi un nuevo cielo y una nueva tierra (Apocalipsis 21: -3) El mismo Señor Jesucristo dijo: " en la casa de mi Padre muchas moradas hay, voy pues a preparar lugar para vosotros....En la carta a los Hebreos dice: "Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria" (capítulo 11: 14-16) Entonces una ciudad que tiene fundamento, no hecho de manos humanas, cuyo arquitecto y fundador es Dios  mismo, existe y será el lugar que esperamos todos los cristiano.

Cuando Cristo venga a buscarnos, iremos a esa hermosa ciudad, pero ese día será de angustia  y dolor a los que perdieron la oportunidad por no prepararse para ese día, pero de gozo y felicidad, para los que lo esperan, 1 Pedro 3: 13,14; Mateo 25:1-13.
Quiero ser claro en esto que estoy diciendo ya que reviste gran importancia para todos, es un asunto que nos debe inquietar, no solo a los que no son cristianos comprometidos, sino a los mismos creyentes, tiene que hacerles pensar seriamente, ya que se nos exhorta en todas las Escrituras para que ese día no nos tome de sorpresa (2 Pedro 3: 11-14) 

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