martes, 17 de marzo de 2015

LA GRACIA DEL SEÑOR JESUCRISTO, EL AMOR DE DIOS,Y LA COMUNIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.

El título de este comentario, tiene como fin mostrar como es la experiencia, de mantener una comunión viva con el Espíritu Santo.
De acuerdo a este pasaje de 2 Corintios 13: 14, es con el Espíritu Santo con quien tenemos lo que llamamos, tener comunión con Dios, o cuando hablamos de la comunión de los santos. Eso solo es posible por la obra del Espíritu Santo, quien produce en nosotros, no solo el querer, sino también el hacer. Reconociendo que él como tercera Persona de la trinidad, nos enseña, nos guía, nos da testimonio, Jesús dijo él tomará de lo mio os lo hará saber, así que todo lo que podamos saber del Señor Jesucristo y su obra en favor nuestro, es porque el Espíritu Santo nos lo ha revelado. Jesús dijo que cuando el venga, estará con nosotros, en nosotros y sobre vosotros, Juan 14: 16,17, El había dicho en el verso 18, cuando promete el Espíritu Santo, dice: no los dejaré huérfano, vendré a vosotros y en el verso 23, dice: mi Padre le amará y vendremos  a él y haremos morada con él. Todo esto da a entender, que Dios es uno pero revelado en tres Personas y con una función específica  cada uno. En el plan de salvación, Dios el Padre lo concibió, el Hijo lo ejecutó y el Espíritu Santo lo aplicó, a la vida de cada uno.  

Cuando estoy diciendo todo esto del Espíritu Santo, no estoy dejando de lado al Padre y al Hijo, les estoy honrando, porque estoy obedeciendo al Espíritu, que en esta dispensación de la 
gracia, es él el que vino ocupar el lugar de Cristo en su ausencia en persona, y de hecho Cristo está y el Padre está cuando el Espíritu Santo actúa en nosotros. El nos llena de gozo, el hace las obras, que Jesús dijo que sería mayores que las que él hizo, Juan 14: 12 y cuando dice porque yo voy al Padre, da ha entender claramente que el Espíritu Santo vendría cuando él se fuere. Con esta seguridad de que el Espíritu Santo está en mí, me animo a encarar cualquier obra que él me guíe ha hacer; que debo tener mucho cuidado de no contristarlo, con las palabras de mi boca Efesios 4: 29-31. De no apagarlo descuidando la la oración y la  palabra de Dios  
1 Tesalonicenses 5: 16-22, Pero también apagamos el Espíritu, por no obedecer cuando él nos está hablando, o queriendo guiar nuestros pasos, o cuando nos está avisando algo. 

Lo que dejo dicho atrás, lo he pasado durante mi vida, en todos estos años que Dios me ha permitido vivir y servirle. La noche que yo le conocí a Cristo, caminé unas tres leguas, 15 k., por un camino totalmente desconocido, en cada esquina o separación de caminos me detenía y le preguntaba, si seguía avanzando en la misma dirección con libertad, continuaba, si sentía que no podía seguir doblaba en esa esquina y continuaba en paz, si me equivocaba sentía como tristeza en el alma, me detenía cambiaba el curso, así caminé como tres horas hasta llegar al lugar en plena oscuridad, en medio de la selva del Delta de Tigre. Otras veces he estado yendo para algún lugar y repentinamente sentía como un malestar en mi interior, oraba y preguntaba y él me traía a la memoria otro lugar donde debería ir, y todo marchaba bien. Muchos saben muy bien que si hacemos algo que no le agrada a Dios, nos entristece y hasta que no nos arrepentido, el malestar no se va, y si no hacemos caso, ese aviso se apaga y ya no seremos el mismo en adelante, las cosas comenzarán a funcionar mal.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

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