lunes, 16 de febrero de 2015

CONSIDERAD CUAN GRANDES COSAS HA HECHO DIOS POR VOSOTROS

En este discurso de Samuel, (1 Samuel cap. 12, al pueblo, les esta dando las últimas instrucciones, es el discurso de despedida, de un hombre que vivió una vida ejemplar, como él lo testifica en los versos  2,3. Él tuvo una vida al servicio de Dios desde muy pequeño, porque fue escogido por Dios desde el vientre de su madre. Dice en el capítulo 3: 20 " Y todo Israel desde Dan hasta Beer-seba, reconoció que Samuel era fiel profeta de Jehová" El nunca como los otros jueces de Israel, hizo la guerra para librar al pueblo, pero supo conducirlo y orar por ellos, para que tengan éxito; fue el hombre de transición, de los jueces a los reyes; diríamos de la teocracia a la monarquía. Como culminación de este discurso, dice 3 cosas muy importantes: " No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de Jehová vuestro Dios, sino servidle con todo vuestro corazón" ( v. 20) lo cual es un gran incentivo para aquellos que por alguna razón se portaron mal, o se alejaron de Dios; que siempre están a tiempo para volverse y servirle con todo el corazón. Conozco a hombres de Dios que por alguna causa se alejaron de él, y luego cuando volvieron fueron de grande bendición.

La segunda cosa que se dice aquí, está en el verso 23, "Así que lejos esté de mí, que deje de orar por vosotros",  este es el gran compromiso que asumimos los que nos ha tocado liderar al pueblo de Dios, orar por ellos continuamente como lo hacía San Pablo, como podemos ver en casi todas sus cartas. Y la tercera es la que nos ha dado el tema de hoy"Solamente temed a Jehová y servidle en verdad y con todo el corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros" ( verso 24 ) El requisito con lo cual se inicia este párrafo, es el temor de Dios, la Biblia hace mucho énfasis sobre el hombre o mujer temeroso de Dios, así se lo calificó a Job "Era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" ( 1:1y 8 ) Temor de Dios no significa miedo, sino reverencia y temor de no ofenderle, porque él no pasará por alto ninguno de nuestros desatinos. Servir a Dios en verdad, con sinceridad, no con intereses mezquinos o de ganancias deshonestas
es hacerlo de todo corazón como para el Señor y no para los hombres, porque todo lo debemos a él, "considerando cuán grandes cosas ha hecho él por nosotros "

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